La Santa Misa (Autor: Juan J. Clennon, Arzobispo de Saint Louis)
- A la hora de tu muerte, tu mayor consolación serán las Misas que durante tu vida oíste.
- Cada Misa que oíste te acompañará al Tribunal Divino y abogará para que alcances el perdón.
- Con cada Misa puedes disminuir el castigo temporal que debes por tus pecados, en proporción con el fervor con que la oigas.
- Con las asistencia devota a la Santa Misa, rindes el mayor homenaje a la Humanidad Santísima de Nuestro Señor.
- La Santa Misa bien oída suple tus mayores negligencias y omisiones.
- Por la Santa Misa bien oída se te perdonan todos los pecados veniales que estás resuelto a evitar, y muchos otros que ni siquiera te acuerdas. Por ella pierde también el demonio el dominio sobre ti.
- Ofreces el mayor consuelo a las ánimas benditas del Purgatorio
- Una Misa oída mientras vives te aprovechará mucho más que muchas que ofrezcan por ti después de tu muerte.
- Te libras de muchos peligros y desgracias, en los cuales quizás caerías si no fuera por la Santa Misa. Acuérdate también de que con ella acortas tu purgatorio.
- Con cada Misa aumentas tus grados de gloria en el Cielo. En ella recibes la bendición del sacerdote, que Dios ratifica en el Cielo.
- Durante la Misa te arrodillas en medio de una multitud de ángeles que asisten invisiblemente al Santo Sacrificio con suma reverencia.
- Consigues bendiciones en tus negocios y asuntos temporales.
- Cuando oímos Misa en honor de algún Santo particular, dando a Dios gracias por los favores pedidos a ese Santo no podemos menos que ganarnos su protección y especial amor, por el primer gozo y felicidad que de nuestra buena obra se le sigue.
- Todos los días que oímos Misa, estaría bien que, además de otras intenciones, tuviéramos la de honrar al Santo del día.
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