11.11.14

La tentación del "mejor mañana"

Estaban todos los demonios en un congreso para ver cómo ser más efectivos tentando al ser humano y logrando que rechazara el amor a los demás. Y dice uno:
"Tenemos que conseguir que mientan a la gente!
"Siii, siiii", aclaman todos.
"Y que se crean mejores que los demás!!", añade otro.
"Siii, siiii"
Y así, iban compartiendo ideas animándose entre ellos hasta que dice uno: "eso está bien, pero si queremos llegar a todos, tenemos que decirles que recen por los demás, que sirvan a sus hermanos y tengan una vida piadosa".
Y todos: "Noooo, pero ¿¿qué dices??"
"No he terminado: hay que decirles que todo eso está muy bien, pero que lo hagan MAÑANA".

Efectivamente, a veces tenemos buenas ideas, buenas intenciones, pero por pereza  o por cualquier otro motivo, las dejamos de hacer.
De ahí la importancia de confesar también los "pecados de omisión": el bien que he dejado de hacer.
Si fuéramos más conscientes de lo fina que es la línea entre la vida y la muerte, quizá actuaríamos de otra forma, nos enfadaríamos mucho menos y perdonaríamos mucho antes.

Una sala llena de recipientes

Santa Teresita del Niño Jesús decía que cada uno llegará al cielo con una determinada capacidad de gloria y felicidad, como si fuera un recipiente; algunos tendrán un recipiente pequeño, del tamaño de un dedal, y otros una tinaja enorme, pero ambos recipientes serán colmados, por lo que cada uno estará completamente saciado en su medida de felicidad, aunque el grado de gloria y la felicidad consiguiente no será el mismo.

No te conformes con el dedal, aspira a esa tinaja enorme de amor de Dios, y para ello, deja que te invada el amor y así, ir notando cómo cada vez as queriendo más a los demás (y siempre a Dios).

En el mismo barco

Nuestra meta es ir al Cielo y empujar a los que nos rodean hacia arriba. Y es que todos estamos en el mismo barco: cristianos practicantes y no practicantes, musulmanes, budistas, ateos... da exactamente igual el camino, pero la meta es la misma, es lo que todos compartimos.
Y como nos van a juzgar por el amor, tiene mucho sentido lo de amar a nuestro amigo y a nuestro enemigo, porque todos estamos llamados a ir al mismo sitio. Ayudémonos a mirar arriba, a ensanchar nuestro corazón para querer como nos quiere Dios, no con un corazón estrecho o limitado sino con un amor universal.
Y cuando tengas una tentación de juicio contra alguien, recuerda que nadie -ni tú ni yo- somos perfectos, y procura justificarle o hablar directamente para ayudarle. Todos deberíamos preocuparnos por que los demás nos acompañen allá arriba. Nuestra meta no es ir al Cielo solos.

"¿Qué hace Dios todo el día?"

Una vez estaba un sacerdote en el confesionario de un colegio de niñas. Se acercaba la hora de la comida y le quedaban pocos minutos para salir cuando entró una niña y pregunta:
"Padre, ¿qué hace Dios todo el día?
El sacerdote se detuvo unos segundos y respondió: "Pues... Dios está todo el día amándote. Constantemente te está diciendo: "Fulanita, te amo. Fulanita, te amo..." Y ¿sabes lo que tienes que hacer tú? Responderle: "yo a tí también", "yo a tí también", y eso lo puedes hacer mientras te bañas, mientras haces la cama (Señor, yo a ti también"), cuando vas a ir al cole... y así, ¡siempre!

Tener presencia de Dios es fundamental en la vida de un creyente que lucha por ser santo, ¡nunca te olvides!

El valor de la persona

Un profesor comenzó su clase de catequesis de la siguiente forma: extrajo un billete de 100 euros y lo mostró entre los alumnos preguntando: "cuánto vale este billete?
100 euros, respondieron éstos.

¿Ah si? (entonces lo estrujó dejando el billete en forma de bola arrugada). ¿Y ahora?
-100 euros.

Entonces lo tiró al suelo, lo pisó y lo escupió. Ante la cara de asombro de los alumnos volvió a cogerlo y extendiéndolo preguntó una vez más: ¿Y ahora? ¿Cuánto vale este billete?
Un alumno se levantó y respondió algo mosqueado: "sigue teniendo el mismo valor".

"Pues bien, eso es lo mismo que nos pasa a las personas" dijo el profesor. "No importa lo que nos pase en esta vida, lo que nos hagan los demás, aunque vivamos momentos muy difíciles y parezca que todo viene torcido, seguimos teniendo el mismo valor y no hay que olvidar que Dios se hizo hombre para perdonarnos todos nuestros pecados. Tenemos al mejor aliado. Nunca estamos solos y además, Dios nos quiere infinito, así que nunca olvidéis vuestra dignidad".

La receta mágica de cada uno

Los buenos cocineros son capaces de elaborar recetas increíbles con ingredientes a veces corrientes. Pues bien, cada uno de nosotros tiene una serie de virtudes y defectos que nos hacen únicos. Y Dios, que es mucho más que el mejor cocinero, tiene una receta mágica pensada para cada uno.

Tenemos libertad para actuar y con nuestras acciones, ser quien queramos ser; pero sólo si hacemos la Voluntad del Dios, haremos esa receta mágica que veremos del todo cuando estemos en nuestra máxima plenitud, disfrutando con Él en el Cielo.